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15 de junio de 2008

Michael Ende

"Cuando el saber humano se olvida de que tiene un mundo interior se olvida también de sus propios valores. Valores que debemos añadir al mundo que nos rodea; debemos crear, inventar. Si de vez en cuando no emprendemos un viaje por nuestra vida interior con el fin de encontrarlos allí, estos valores acabarán por perderse."
Michael Ende


Michael Ende, escritor alemán nacido en 1929. Sus obras tienen un toque surealista, fantástico y a la vez con mucha espiritualidad. Sus cuentos son, como él dijo, para niños de 80 a 8 años.
Encontré una pequeña historia escrita por él en el último libro que leí y la transcribo aquí porque me pareció tan esencial y tan cierta que me impresionó mucho y me hizo reflexionar.

"Un grupo de exploradores y científicos europeos debían internarse, para su proyecto, en el medio de la selva tropical de un país centroamericano. Contrataron a un grupo de indígenas para que los guiasen e hiciesen el transporte no sólo de las tiendas, sino también de los alimentos y el equipamiento que necesitarían una vez que se hubiesen instalado. Por razones de diferencias en el lenguaje, sólo tenían posibilidades de comunicarse, de manera elemental, con uno sólo de ellos: el guía.
Habían pasado ya varios días abriéndose camino entre la maleza d ela selva, en medio de un clima extremadamente húmedo y caluroso, mientras recibían el ataque de millares de mosquitos.
Resultó que una mañana, al amanecer, se encontraron con los indígenas sentados en círculo y manteniendo el más absoluto de los silencios. Pensaron que se trataba de algún ritual religioso y que pronto se levantarían para reemprender el viaje. Pero no fue así. Más allá del infructuoso intento de hablar con el guía, maltratarlos, pegarles e incluso amenazarlos de muerte con sus armas desafiantes, todo resultó inútil.Esa tensa situación duró tres días. Durante ese tiempo los extranjeros hicieron todo tipo de elucubraciones racionales sobre lo que podría estar ocurriendo: que se trataba de una rebelión; que se habían sentado a esperar que viniese el resto de la tribu para robarles y matarlos en el medio de la selva, y tantas otras cosas más. Pero, a pesar de tan "inteligentes" especulaciones, nada de eso sucedió.
Sorpresivamente, al amanecer del cuarto día, los indígenas se pusieron de pie, listos con todo su cargamento, para continuar el viaje, ante el total desconcierto de los europeos.
Al rato de estar caminando nuevamente, el jefe de la expedición se le acercó al guía.
¿Me puede dar una explicación sobre lo que ha sucedido?
Ahora sí, le contestó.... Habíamos caminado demasiado rápido y nuestras almas se habían quedado atrás. Fue necesario sentarnos y esperar hasta que ellas lograsen alcanzarnos".


Extracto tomado del libro: El misterio de las coincidencias de Eduardo R. Zancolli. 2006

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